The Story of Jesus

Tercera Retirada del Territorio de Herodes

Parte 6

Jesús subió inmediatamente a la barca con Sus discípulos y se dirigió a las fronteras de Magadán, que está en Dalmanutha.

Los fariseos y los saduceos encontraron a Jesús y empezaron a interrogarle. Querían que Jesús les mostrara una señal del cielo.

Jesús estaba profundamente afligido en Su espíritu por la incredulidad de ellos.

Jesús habló al Sanedrín preguntándoles,

“¿Por qué busca esta generación una señal? Cuando anochece miráis al cielo y veis que está rojo y predecís buen tiempo.

Por la mañana miráis al cielo y veis que está rojo y pronosticáis mal tiempo.

Vosotros sabéis discernir la faz del cielo y, sin embargo, no podéis ver los signos de los tiempos.

Una generación malvada y adúltera busca una señal. La verdad es que no se dará ninguna señal a esta generación, salvo la señal de Jonás”.

Jesús abandonó aquella zona, se dirigió a la barca y navegó hasta la otra orilla del mar de Galilea con Sus doce discípulos.

Los discípulos se olvidaron de llevar pan para el viaje. Cuando se lo mencionaron a Jesús, les dijo,

Guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Guardaos de la levadura de Herodes”.

Los discípulos, sin entender muy bien de qué hablaba Jesús, se preguntaban si les decía estas cosas porque se habían olvidado de traer el pan.

Jesús sabía lo que ellos pensaban y les dijo,

“Vosotros tenéis tan poca fe, ¿por qué os preocupáis por no tener pan? ¿Aún no lo entendéis?

¿No recuerdas los cinco panes y los cinco mil que éstos alimentaron con tal abundancia que sobró?

¿No recuerdáis los siete panes y los cuatro mil que éstos alimentaron con tal abundancia que sobró?

¿Por qué no comprendéis que lo que os digo no tiene que ver con el pan?

¿Se ha endurecido vuestro corazón? ¿Tenéis ojos y no veis? ¿Tenéis oídos y no escucháis? ¿No recordáis nada?”

Entonces los discípulos comprendieron que Jesús no hablaba del pan, sino que les advertía que tuvieran cuidado con las enseñanzas de los fariseos y saduceos.

Una vez llegaron a la orilla, Jesús y sus discípulos se dirigieron a Betsaida -no al suburbio de Cafarnaún, sino a Betsaida Julias, que es una ciudad situada en la orilla oriental del río Jordán, cerca de donde desemboca en el mar de Galilea-.

Le llevaron a Jesús a un hombre ciego para que lo sanara. Jesús tomó la mano del hombre y lo condujo fuera de la aldea. Entonces, Jesús le escupió en los ojos, le puso las manos sobre los ojos y le preguntó,

“¿Ya lo ves?”

El hombre levantó la vista y dijo,

“Veo hombres, pero parecen árboles que caminan”.

Entonces Jesús volvió a ponerle las manos sobre los ojos y, cuando el hombre abrió los ojos, todo se aclaró perfectamente.

Jesús envió al hombre a su casa y le dio instrucciones de que no entrara en la aldea.