Cuando Judas se había ido, Jesús dijo,
“Ahora el Hijo del hombre es glorificado, y Dios es glorificado en él.
Hijitos, sólo voy a estar con vosotros un poco más de tiempo. Vosotros me buscaréis, pero, como dije a los judíos, no me encontraréis ni podréis ir adonde yo voy.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Así es como los hombres conocerán que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.”
Entonces Jesús dijo,
“Esta noche todos se ofenderán en mí. Como está escrito: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas.
Pero cuando yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea”.
Simón Pedro le dijo,
‘Señor, dondequiera que vayas te seguiré. Yo daré mi vida por ti’.
Jesús respondió a Pedro,
“¿Darás tu vida por mí? Simón, Simón, he aquí que Satanás ha preguntado por ti para zarandearte como al trigo.
Pero he orado por ti para que tu fe no desfallezca. Esto es lo que quiero que hagas. Una vez que te hayas arrepentido, establece a tus hermanos”.
Protestó Pedro,
‘Señor, estoy dispuesto a ir a la cárcel por ti. Estoy dispuesto a morir por ti. Si todos caen por ti, yo no caeré jamás’.
Jesús dijo a Pedro,
“La verdad que debes comprender es que antes de que cante el gallo mañana por la mañana me habrás negado tres veces”.
Pedro se agitó y dijo con vehemencia que, aunque muriera, no le negaría. Los demás discípulos se unieron y dijeron lo mismo.
Jesús les dijo,
“Cuando os envié sin bolso y sin cartera ni zapatos, ¿os faltó algo?”.
Ellos respondieron,
‘Nada’.
Y Él les dijo,
“Y el que no tenga espada, que venda su capa y se compre una. Porque os digo que lo que está escrito se cumplirá en mí,
Y fue contado con los transgresores. Porque se están cumpliendo estas cosas escritas sobre mí’”.
Uno de los discípulos dijo,
‘Señor, tenemos dos espadas, ¿es suficiente?’
