Jesús se afligió en Su espíritu y dio testimonio,
“En verdad, de verdad os digo que uno de vosotros me traicionará, alguien que está comiendo conmigo ahora mismo”.
Los discípulos se miraron unos a otros, disgustados y preguntándose de quién estaba hablando Él.
Se agitaron mucho y se entristecieron. Cada uno le preguntó al Señor,
¿Soy yo?
Él respondió y les dijo,
“Es uno de los doce. El que moje su mano conmigo en el plato, ése mismo es el que me traicionará.
Voy a hacer lo que el Padre me ha enviado a hacer, como está escrito en la Escritura, pero ¡ay del hombre que traicione al Hijo del Hombre!
Sería mejor que no hubiese nacido”.
Uno de los discípulos, al que Jesús amaba mucho, estaba recostado en el pecho de Jesús. Pedro le hizo señas y le dijo que preguntara al Señor quién era el que le iba a traicionar.
El discípulo se echó hacia atrás y preguntó al Señor,
¿Quién es?
Respondió Jesús,
“Es a quien daré este pan cuando lo haya mojado”.
Entonces Jesús mojó el pan y se lo dio a Judas Iscariote.
Judas respondió al Señor y dijo,
¿Soy yo, Maestro?
Jesús le dijo,
“Es como tú dices”.
Y Satanás entró inmediatamente en Judas.
Y Jesús dijo a Judas,
“Ve deprisa y haz lo que vas a hacer”.
Nadie sabía qué quería decir Jesús cuando le dijo esto a Judas. Supusieron que Judas, que era el encargado de la cartera, había sido enviado con la misión de comprar algo necesario para el resto de la fiesta.
Judas salió a la noche.