Los judíos de Jerusalén que estaban en la Fiesta de los Tabernáculos seguían buscando a Jesús. Ellos preguntaron,
“¿Dónde está?”
Había muchas murmuraciones y rumores entre las multitudes acerca de Jesús.
Algunos dijeron,
“Es un buen hombre”.
Otros dijeron,
“No, él extravía al pueblo”.
Pero nadie hablaba abiertamente de Jesús por miedo a los judíos de Jerusalén.
En medio de la fiesta, Jesús subió al templo y enseñó. Los judíos de Jerusalén estaban asombrados,
“¿Cómo es este hombre tan culto y sabio si no ha recibido educación formal?”
Jesús les dijo,
“La enseñanza no es mía; procede del que me ha enviado. El que habla por sí mismo, está en busca de su propia gloria, pero el que busca la gloria del que le ha enviado, es hombre de verdad y no hay en él injusticia.
¿No os dio Moisés la ley y, sin embargo, ninguno de vosotros la cumple? ¿Por qué queréis matarme?”
La multitud respondió,
“Tienes un demonio. ¿Quién intenta matarte?”
Respondió Jesús,
“Yo hice una obra y todos os maravilláis por ello. Moisés os dio la circuncisión, y vosotros circuncidáis a un hombre en sábado.
Si se circuncida a un hombre en sábado, para que no se infrinja la ley de Moisés, ¿por qué os enfurecéis conmigo por hacer a un hombre completamente íntegro en sábado?
Dejad de juzgar las cosas por su apariencia, en lugar de eso, juzgad por lo que es justo”.
Algunos de los habitantes de Jerusalén dijeron,
“¿No es éste el hombre al que intentan matar? Mira, habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿No será que los gobernantes saben que es el Cristo?
¿Cómo es que sabemos de dónde viene este hombre? Pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde viene”.
Jesús, dijo, en el templo,
“Me conocéis y sabéis de dónde vengo. No he venido por mí mismo. Pero el que me ha enviado es verdadero, y vosotros no le conocéis, porque yo vengo de él y él me ha enviado.
Ellos intentaron capturar a Jesús, pero nadie pudo ponerle la mano encima, porque aún no había llegado su hora.”
Muchos de la multitud creyeron en Jesús, y dijeron,
“Cuando venga Cristo, ¿hará más señales que las que ha hecho este hombre?”.
Los fariseos oyeron lo que las multitudes decían de Jesús, y enviaron a los oficiales para que lo capturaran.