Juan Advierte a los Líderes Religiosos

Parte 2

Cuando vio a los fariseos y saduceos que acudían a sus bautismos, les habló para que la multitud que le rodeaba pudiera oír su mensaje a los líderes religiosos de Israel.

Juan les llamó “descendencia de víboras” mientras les preguntaba,

“¿Quién os ha dicho que huyáis de la ira por venir?”

Juan les retó a que produjeran una forma de vida que demostrara que realmente querían cambiar. No debían pensar que él les estaba advirtiendo únicamente porque eran descendientes de Abraham. Eso no significaba que Dios los salvaría.

Juan les dijo,

“Os digo claramente que Dios es capaz de hacer hijos de Abraham de las piedras que os rodean. Ahora mismo, el hacha yace en la raíz de los árboles; todo árbol que no produce buenos frutos es cortado y arrojado al fuego.”

preguntó la gente de la multitud que rodeaba a Juan,

“¿Qué debemos hacer?”

les dijo Juan,

Aquellos entre vosotros que tengáis dos abrigos, dadle uno a la persona que no tenga ninguno. El que tenga abundancia de comida, que la comparta con los aquellos que no tienen”.

Preguntaron los publicanos (recaudadores de impuestos para Roma) que habían acudido a Juan para ser bautizados,

“¿Qué debemos hacer?”

Les dijo Juan,

“No robéis dinero, recaudad únicamente los impuestos debidos”.

Juan, les dijo a los soldados,

“No extorsionéis mediante la violencia, y no acuséis a nadie falsamente ni chantajeéis a nadie. Sentiros satisfechos con vuestro salario”.

El ministerio de Juan el Bautista creó una gran expectativa. Muchos empezaron a preguntarse si Juan podría ser el Cristo.

Juan se dio cuenta de lo que ellos estaban pensando. Les dijo que mientras él bautizaba con agua para mostrar arrepentimiento, le sucedería un hombre más poderoso, un hombre cuyas sandalias él no era digno de agacharse y desatar.

Dijo Juan,

El que vendrá después de mí bautizará con Espíritu Santo y fuego. La pala trilladora está en sus manos, y Él limpiará por completo el campo. Él reunirá su grano en su bóveda, pero la cascarilla la quemará con un fuego que no se apagará”.

Con otras muchas exhortaciones, Juan predicó el arrepentimiento y la buena nueva de que el Reino estaba cerca.