Judas, el que traicionó a Jesús, conocía el lugar donde se reunían Jesús y Sus discípulos. Judas y una banda de soldados y oficiales de los sumos sacerdotes y fariseos acudieron con lámparas, antorchas y con armas.
Jesús sabía todas las cosas que le iban a suceder.
Él se acercó a Judas y a los que estaban con Él y les dijo,
“¿A quién buscáis?”
Ellos le respondieron,
‘Jesús de Nazaret”.
Jesús les dijo,
“Yo soy él”.
Cuando Jesús habló, Judas y la banda de soldados cayeron de espaldas al suelo.
De nuevo, Jesús preguntó,
“¿A quién buscáis?”
Ellos respondieron,
‘Jesús de Nazaret”.
Cuando Jesús habló, ellos volvieron a caer de espaldas al suelo.
De nuevo, Él les preguntó,
“¿A quién buscáis?”
Y de nuevo, dijeron,
‘Jesús de Nazaret”.
Respondió Jesús,
“Os he dicho que yo soy él, si es a mí a quien buscáis, entonces dejad que mis discípulos sigan su camino”.
El que traicionó a Jesús había dado a los oficiales del templo y a los soldados una señal que decía,
‘A quien yo bese, ése es Jesús’.
Jesús le dijo a Judas,
“¿Vas a traicionar al Hijo del Hombre con un beso?”.
Judas se acercó a Jesús y le besó.
Jesús le dijo,
“Amigo, haz lo que has venido a hacer”.
Entonces, ellos llegaron, tomaron a Jesús y lo arrestaron. Y mientras ellos rodeaban a Jesús, uno de los discípulos de Jesús dijo,
Señor, ¿debemos atacarlos con una espada?
Simón tomó la espada que tenía e hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
Pero Jesús, respondió y les dijo
“No interfiráis con los que me están deteniendo”.
Entonces Jesús tocó la oreja del siervo, y quedó curado. El siervo se llamaba Malco.
Entonces Jesús dijo a Pedro,
“Guarda tu espada en su vaina. Los que tomen la espada, perecerán por la espada. El cáliz que el Padre me ha dado, ¿no lo beberé?
¿No os dais cuenta de que incluso ahora podría pedírselo al Padre y él enviaría doce legiones de ángeles? Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Así es como debe ser”.
Cuando Jesús fue llevado al templo, las multitudes y los jefes de los sacerdotes y los capitanes del templo vinieron todos contra Jesús.
Jesús les dijo,
“¿Acaso venís contra mí como lo haríais contra un ladrón, con espadas y garrotes para apresarme? Cuando me sentaba a diario con vosotros en el templo enseñando, no extendíais vuestras manos contra mí ni me arrestabais.
Pero ésta es vuestra hora, y la hora del poder de las tinieblas”.
Todo esto sucedió para que se cumplieran las Escrituras y los profetas.
Entonces todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron. Uno de los amigos de Jesús y de los discípulos, que se creía que era Marcos, siguió a Jesús con sólo un lienzo de tela que le cubría, y ellos se apoderaron de él, pero huyó desnudo dejándoles con el lienzo en la mano.