Las madres empezaron a llevar a sus hijos pequeños a Jesús para que les impusiera las manos y orara por ellos.
Al ver esto, los doce discípulos les reprendieron y les dijeron que se detuvieran.
Cuando Jesús vio que Sus discípulos intentaban impedir que los niños vinieran a Él, se indignó y llamó a Sus discípulos y les dijo,
“No impidáis que los niños vengan a mí. ¿No comprendéis que el Reino de los Cielos está formado por los que son como niños?
Escuchad atentamente esta verdad: el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará jamás en el Reino”.
Entonces Jesús tomó a los niños en brazos, les impuso las manos y los bendijo.
Jesús entonces reanudó Su camino.