The Story of Jesus

Ingenuidad

Parte 1

Los discípulos empezaron a discutir entre ellos sobre quién iba a ser el más grande en el Reino. Cuando llegaron a su destino, Jesús les preguntó,

“De camino hacia aquí, ¿hablabais entre vosotros sobre quién sería el más grande?”.

Los discípulos guardaron silencio.

Jesús se sentó y llamó a los doce para que vinieran y se sentaran a su alrededor. Les dijo,

“El hombre que quiera ser el primero, será el último de todos y el siervo de todos. El más grande entre vosotros debe ser el siervo de todos”.

Más tarde, aquel mismo día, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron,

“¿Quién es, entonces, el más grande en el reino de los cielos?”

Jesús llamó a un niño pequeño y lo puso a su lado mientras estaba sentado en medio de los discípulos. Tomó al niño en brazos y les dijo,

“A menos que cambiéis y os hagáis como un niño, no entraréis en el Reino de los Cielos.

El que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”.

Jesús continuó,

“Quien recibe a un niño pequeño en mi nombre, me recibe a mí. Quien me recibe a mí, no sólo me recibe a mí, sino que recibe también al que me ha enviado.

El más pequeño entre vosotros es el más grande”.

Dijo John,

“Maestro, vimos a alguien que expulsaba demonios en tu nombre y le dijimos que se detuviera, porque no era de los nuestros”.

Jesús les dijo,

“No se lo impidáis. Nadie que esté haciendo obras poderosas en mi nombre se apresurará a hablar mal de mí. Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.

El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de los míos, de verdad, no perderá su recompensa.

Al que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo arrojaran al mar para que se hundiera hasta el fondo.

La maldad del hombre hace que el pecado sea inevitable, pero eso no quita la responsabilidad a la persona que hace pecar a los demás.

Si vuestra mano os hace tropezar, cortárosla. Es mejor que entréis a la vida manco que tener dos manos e ir al infierno.

Si vuestro pie os hace pecar, cortadlo. Es preferible que entréis en la vida cojeando en una pierna a que tengáis los dos pies y os arrojen al infierno.

Si vuestro ojo os hace pecar, sacadlo. Es mejor entrar en la vida con un solo ojo que tener dos y entrar en el infierno.

En el infierno el gusano nunca muere y el fuego nunca se apaga.

Porque todos están salados con sal, pero si la sal ha perdido su salinidad, ¿cómo se sazonará? Tened sal en vosotros mismos y estad en paz unos con otros.

Procurad no despreciar a estos pequeños.

¿Qué os parece? Si un hombre tiene 100 ovejas y una de ellas se extravía, ¿no dejará las 99 e irá a buscar a la oveja perdida?

Cuando él encuentre a la oveja perdida, ¿no se alegrará más de encontrarla que a las 99 que no se habían extraviado? La voluntad de vuestro Padre que está en los cielos es que no perezca ni uno solo de estos pequeños”.