Jesús les dijo a Sus discípulos,
“Las tentaciones de pecar vendrán sin duda, pero ¡ay de aquel por quien vengan!
Sería mejor que le ataran un gran peso al cuello y lo arrojaran al mar, antes que ser el que hace tropezar a uno de estos pequeños.
Tened cuidado vosotros mismos. Si vuestro hermano peca, reprendedle, y si se arrepiente, perdonadlo. Si peca contra vosotros siete veces y viene a pediros perdón, le perdonaréis”.
Y los discípulos dijeron a Jesús,
“Aumenta nuestra fe”.
Y Jesús dijo,
“Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro,
Levántate de tus raíces y plántate en el mar’, y os obedecería.
¿Quién de vosotros que tenga un criado arando o guardando a sus ovejas, cuando venga del campo le invitaréis a sentarse y a comer?
¿No es más probable que le digáis que os prepare la comida y os sirva hasta que hayáis terminado de comer, y que después pueda comer él?
¿Vosotros agradecéis al siervo porque hace lo que le mandáis? Del mismo modo, después de haber hecho todo lo que se os ha ordenado, no penséis que merecéis una recompensa. Todo lo que habéis hecho es vuestro deber”.
