The Story of Jesus

Encuentran Muerto a Jesús

Parte 5

Como se acercaba el Sabbat de la semana de Pascua, la Fiesta de los Panes sin Levadura, y los judíos no querían que ningún cuerpo colgara de la cruz en aquel Sábado Santo, le pidieron a Pilato que les rompiera las piernas y se deshiciera de los cadáveres.

Los soldados vinieron y le rompieron las piernas al primer criminal, pero cuando llegaron a Jesús, vieron que ya estaba muerto. Así que no le rompieron Sus piernas. Pero para asegurarse de que Jesús estaba muerto, ellos tomaron una lanza y le atravesaron Su costado. De Su herida brotó sangre y agua.

Ellos cumplieron la Escritura que decía,

“No se quebrará ni un hueso de su cuerpo. Y de nuevo mirarán en él al que ellos atravesaron”.

José de Arimatea, que era un hombre rico y también un hombre bueno y justo, no había consentido lo que habían hecho los sumos sacerdotes y los gobernantes de Israel. Él también buscaba el reino de Dios y era discípulo secreto de Jesús, por temor a los judíos.

Él se presentó de manera atrevida ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.

Pilato se asombró de que Jesús estuviera ya muerto y llamó al centurión encargado para preguntarle cuánto tiempo llevaba Jesús muerto.

El centurión verificó que Jesús estaba muerto y le comunicó a Pilato los detalles de Su muerte. Pilato entregó entonces el cuerpo de Jesús a José de Arimatea.

Nicodemo, que había acudido a Jesús de noche, también había venido a ayudar con el cadáver de Jesús. Él trajo consigo unos cien kilos de mirra y áloe. José trajo telas de lino.

José bajó el cuerpo de Jesús y lo envolvió en lienzos con especias, que era la costumbre en los sepelios de los judíos.

Cerca del lugar donde crucificaron a Jesús, había un huerto, y en el huerto había una tumba nueva que habían tallado en la roca. Nadie había sido enterrado antes en este sepulcro.

Pusieron a Jesús en el sepulcro, hicieron rodar una gran piedra contra la puerta del sepulcro y se fueron.

Las mujeres que habían venido de Galilea siguieron a José y a su comitiva y vieron el lugar donde estaba depositado el cuerpo de Jesús. Allí estaban, María Magdalena y la otra María.

Ellas volvieron al lugar donde se alojaban para preparar especias y bálsamos para el sepelio. Pero ellas descansaron el día del sabbat.

Los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y vinieron a Pilato. Ellos le dijeron a Pilato,

‘Señor, nosotros recordamos que este engañador dijo mientras Él estaba vivo, que Él iba a resucitar de nuevo pasados tres días.

Manda que custodien el sepulcro hasta el tercer día, para que no venga uno de Sus discípulos, y robe el cuerpo y le diga a la gente que Jesús ha resucitado de entre los muertos, lo cual empeoraría las cosas.’

Pilato les dijo,

‘Te daré un escuadrón de guardias para que vayas a asegurar la tumba’.

Entonces, ellos fueron, y aseguraron el sepulcro donde habían puesto a Jesús, sellando la piedra y poniendo guardias alrededor.