Entonces Pedro dijo,
Lo hemos dejado todo para seguirte, ¿cuál es nuestra recompensa?
Entonces Jesús le dijo,
“Escuchad atentamente esta verdad: Cuando yo venga en mi gloria y me siente en mi trono, vosotros os sentaréis en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que haya dejado casas, hijos o tierras por mí y por el Evangelio, recibirá su recompensa en el mundo venidero.
Muchos de los últimos serán primeros y los primeros serán últimos. Porque el Reino de los Cielos es semejante a un hombre que administra su casa y sale por la mañana temprano a contratar obreros.
Y acepta pagar a estos jornaleros cincuenta dólares al día y los envía a sus viñedos a trabajar.
Aquel mismo día, más tarde, él ve a unos hombres de pie en el mercado sin nada que hacer. Y les dice: Id a mi viña y trabajad y os pagaré un salario justo.
Después de esto, ya avanzado el día, fue y encontró a otros hombres que no tenían nada que hacer, y les dijo que fueran a su viña y trabajaran.
Al final del día, pagaba a todos los trabajadores la misma cantidad, cincuenta dólares.
Pero los que habían estado trabajando todo el día se quejaron amargamente, diciendo,
‘Estos hombres que sólo trabajaron una hora en la viña reciben el mismo salario que los que trabajamos todo el día bajo el sol ardiente’.
El hombre respondió y dijo,
Amigo, no he hecho nada malo. ¿No te di lo que acordé pagarte? Toma lo que es tuyo, sigue tu camino y no te enojes conmigo’.
‘Es mi voluntad dar hasta el último, igual que te he dado a ti. ¿Vas a tener celos porque soy bueno?
“Los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.