“Os digo estas cosas mientras aún estoy con vosotros. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas.
El Espíritu Santo os traerá a la memoria todas las cosas que os he dicho.
La paz os dejo; mi paz os doy, no de la manera en que da la paz el mundo. No permitáis que se aflijan vuestros corazones, ni permitáis que tengan miedo.
Habéis oído cómo os he dicho: “Me voy y vengo a vosotros”. Si me amarais, os alegraríais, porque vuelvo a mi Padre, pues el Padre es más grande que yo.
Os he dicho todas estas cosas para que, cuando sucedan, recordéis que os las he dicho y creáis.
A partir de ahora no voy a hablar mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y no tiene derecho ni razón para ejercer poder sobre mí.
Pero para que el mundo sepa que amo al Padre y que hago lo que el Padre me ha mandado, entregaré voluntariamente mi vida”.
Entonces Jesús dijo,
“Levantaos, vamos”.
(Algunos creen que lo que Jesús enseñó a continuación sucedió mientras salían del recinto alto y caminaban hacia Getsemaní. Pero es más probable que estas palabras fueran pronunciadas mientras se preparaban para partir).
Esto es lo que Jesús dijo a Sus discípulos la noche en que Él fue traicionado,
“Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el jardinero. Toda rama que en mí no da fruto, la corta y la quita. Toda rama que da fruto, él la poda para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios debido a la palabra que os he hablado.
Permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros. Una rama no puede producir fruto por sí misma. Debe estar unida a la vid. Tú no puedes dar fruto si no permaneces en mí.
Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, produce mucho fruto. Separados de mí no podéis hacer nada.
Si un hombre no permanece en mí, será desechado como una rama, se secará y recogerán las ramas secas y las echarán al fuego, donde arderán.
Si me hubierais conocido, habríais conocido también a mi Padre. Desde ahora le conocéis y le habéis visto.
Mi Padre es glorificado si producís mucho fruto, revelándoos vosotros mismos como mis discípulos.
Igual que el Padre me ama a mí, yo os amaré a vosotros. Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he dicho estas cosas para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea colmado”.