La Limosna, la Oración y el Ayuno
Jesús les dijo,
“Tened cuidado de no hacer vuestros actos justos sólo para que sean vistos por los hombres. Si lo hacéis, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Cuando deis vuestras ofrendas y diezmos, no hagáis sonar una trompeta para anunciar vuestra ofrenda, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser vistos y recibir gloria de los hombres. La verdad que debéis comprender es que al dar de esta manera ya habréis recibido vuestra recompensa.
En lugar de eso, cuando deis vuestros donativos y diezmos, no permitáis que vuestra mano izquierda sepa lo que vuestra mano derecha está haciendo. Haced vuestra ofrenda en secreto y vuestro Padre celestial, que mira en lo secreto, os recompensará.
Y cuando oréis, no imitéis a los hipócritas, a quienes les encanta estar de pie y rezar en las sinagogas y en las esquinas de las calles importantes para que los hombres les vean y los escuchen. La verdad sobre esto es que ya ellos ya han recibido su recompensa.
Cuando oréis, entrad en un lugar privado y cerrad la puerta para poder orar a vuestro Padre que está en secreto. Vuestro Padre celestial, que ve todas las cosas secretas y ocultas, os recompensará.
Cuando oréis, no utilicéis vanas repeticiones como lo hacen los gentiles. Tienen la idea equivocada de que serán escuchados porque repiten sus oraciones una y otra vez y pronuncian muchas palabras. No seáis como ellos. Vuestro Padre sabe lo que necesitáis incluso antes de que se lo pidáis.
Así es como debéis orar,
‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Y perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.‘
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás sus ofensas, vuestro Padre no os perdonará vuestras ofensas.
Y cuando ayunes, no actuéis como los hipócritas que ponen cara triste y cambian de aspecto para parecer tristes y desarreglados con el fin de ser vistos por los hombres. La verdad que debéis entender es que ellos ya han recibido su recompensa. Cuando ayunéis, ungid vuestra cabeza y laváos la cara para que los hombres no se den cuenta de que estáis ayunando. Vuestro Padre que está en los cielos lo sabrá y os recompensará”.