Cuando Jesús estaba a punto de entrar a Jerusalén, Él les contó esta parábola,
“Un noble se fue a un país lejano, pero prometió que volvería.
Antes de emprender su viaje, llamó a tres de sus siervos y les dio su parte de sus riquezas según la capacidad de cada uno.
A uno de los siervos le dio cinco talentos, a otro siervo le dio dos talentos y al tercer siervo le dio un talento.
Después de un largo viaje, el noble regresó a su reino y ordenó que los tres siervos a los que había dado los talentos, vinieran a dar cuenta de cómo habían invertido los talentos que les había confiado.
El primer siervo vino e informó de que había entrado en el comercio con los cinco talentos y había ganado otros cinco talentos para un total de diez talentos.
Y el noble dijo,
‘Bien hecho, siervo bueno y fiel. Porque fuiste hallado fiel con poco, ahora tendrás autoridad sobre diez ciudades’.
El segundo vino y dijo,
‘Tomé los dos talentos y gané otros dos talentos’.
Y el noble dijo,
‘Has sido fiel con muy poco, y ahora te haré gobernante de muchas cosas’.
Vino el tercer criado y dijo,
‘Señor, te temía porque eres un hombre muy austero. Recoges lo que no has esparcido y cosechas donde no has sembrado. Yo tomé el único talento y lo enterré’.
El siervo infiel devolvió entonces el único talento que le había sido dado para invertir.
El noble le dijo,
‘Por tu propia boca te juzgas a ti mismo. Sabías que yo era un hombre austero, que recogía lo que no había esparcido y cosechaba donde no había sembrado.
¿Por qué no prestaste el único talento para que al menos aumentara con los intereses?
Y dijo a sus otros siervos que le quitaran el único talento al siervo infiel y se lo dieran al siervo que tenía diez talentos.
Y luego, envió al siervo inútil a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y crujir de dientes.
A todo el que haga uso de lo que tiene se le dará más.
Pero a los que no hacen nada con lo que se les ha dado, incluso lo poco que se les ha dado les será quitado.
Entonces el noble dijo a sus siervos que trajeran ante él a los hombres que habían dicho que no querían que el noble rey los gobernara y los matara en su presencia”.
Y después de haber contado Jesús esta parábola, comenzó a conducir a la multitud hacia Jerusalén.