Categoría: Capítulo 13 – Tercera Pascua Hasta la Llegada de Jesús a Betania

  • Zaqueo – Parte 2 Parte 10b

    Zaqueo – Parte 2

    Parte 10b

    Cuando Jesús estaba a punto de entrar a Jerusalén, Él les contó esta parábola,

    “Un noble se fue a un país lejano, pero prometió que volvería.

    Antes de emprender su viaje, llamó a tres de sus siervos y les dio su parte de sus riquezas según la capacidad de cada uno.

    A uno de los siervos le dio cinco talentos, a otro siervo le dio dos talentos y al tercer siervo le dio un talento.

    Después de un largo viaje, el noble regresó a su reino y ordenó que los tres siervos a los que había dado los talentos, vinieran a dar cuenta de cómo habían invertido los talentos que les había confiado.

    El primer siervo vino e informó de que había entrado en el comercio con los cinco talentos y había ganado otros cinco talentos para un total de diez talentos.

    Y el noble dijo,

    ‘Bien hecho, siervo bueno y fiel. Porque fuiste hallado fiel con poco, ahora tendrás autoridad sobre diez ciudades’.

    El segundo vino y dijo,

    ‘Tomé los dos talentos y gané otros dos talentos’.

    Y el noble dijo,

    ‘Has sido fiel con muy poco, y ahora te haré gobernante de muchas cosas’.

    Vino el tercer criado y dijo,

    ‘Señor, te temía porque eres un hombre muy austero. Recoges lo que no has esparcido y cosechas donde no has sembrado. Yo tomé el único talento y lo enterré’.

    El siervo infiel devolvió entonces el único talento que le había sido dado para invertir.

    El noble le dijo,

    ‘Por tu propia boca te juzgas a ti mismo. Sabías que yo era un hombre austero, que recogía lo que no había esparcido y cosechaba donde no había sembrado.

    ¿Por qué no prestaste el único talento para que al menos aumentara con los intereses?

    Y dijo a sus otros siervos que le quitaran el único talento al siervo infiel y se lo dieran al siervo que tenía diez talentos.

    Y luego, envió al siervo inútil a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y crujir de dientes.

    A todo el que haga uso de lo que tiene se le dará más.

    Pero a los que no hacen nada con lo que se les ha dado, incluso lo poco que se les ha dado les será quitado.

    Entonces el noble dijo a sus siervos que trajeran ante él a los hombres que habían dicho que no querían que el noble rey los gobernara y los matara en su presencia”.

    Y después de haber contado Jesús esta parábola, comenzó a conducir a la multitud hacia Jerusalén.

  • Zaqueo Parte 10a

    Zaqueo

    Parte 10a

    Jesús entró en Jericó y empezó a atravesar la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo. Era jefe de los recaudadores de impuestos y era muy rico.

    Él quería ver a Jesús, pero no podía a causa de la multitud y porque era un hombre de muy baja estatura.

    Así pues, Zaqueo corrió y se subió a un sicómoro para vislumbrar a Jesús.

    Jesús pasó justo por debajo del árbol en el que estaba Zaqueo y miró hacia arriba. Entonces Jesús dijo,

    “Zaqueo, date prisa y baja aquí, porque hoy voy a alojarme en tu casa”.

    Zaqueo bajó rápidamente del árbol e hizo los preparativos para recibir a Jesús en su casa. Y lo hizo con alegría en el corazón.

    Cuando las muchedumbres oyeron y vieron lo que hacía Jesús, murmuraron diciendo,

    Se va a quedar con un hombre que es un pecador’.

    Zaqueo se levantó y dijo a Jesús,

    He aquí, Señor, la mitad de mis bienes voy a dar a los pobres, y si he engañado a alguien, le devolveré el cuádruple.’

    Jesús le dijo,

    “Hoy ha llegado la salvación a tu casa. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

    Había una gran expectación entre las muchedumbres ante la inminente aparición del reino de Dios.

  • Bartimeo Sanado Parte 9

    Bartimeo Sanado

    Parte 9

    Cuando Jesús se acercaba a la ciudad de Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino pidiendo limosna.

    Oyó a la multitud y preguntó a qué venía tanto alboroto. Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaría pronto por allí.

    Jesús y sus discípulos llegaron a Jericó y le siguió una gran multitud.

    El mendigo ciego Bartimeo estaba sentado junto al camino con otro ciego. Cuando oyó que Jesús se acercaba, gritó a gran voz

    Señor, hijo de David, ten piedad de mí’.

    Muchos de la multitud reprendieron a Bartimeo, diciéndole que se callara, lo que le hizo gritar aún más,

    ‘¡Señor, ten piedad de nosotros!

    Jesús oyó a Bartimeo y se detuvo, ordenando que lo trajeran.

    Entonces, ellos llamaron a Bartimeo y le dijeron que se alegrara, porque Jesús le llamaba.

    Bartimeo tiró la túnica al suelo, se levantó de un salto y se acercó a Jesús.

    Preguntó Jesús,

    “¿Qué puedo hacer por ti?”

    Dijo Bartimeo,

    Señor, quiero recibir la vista’.

    Jesús, conmovido con compasión, le tocó los ojos y dijo,

    “Recibe la vista. Tu fe te ha sanado”.

    Inmediatamente, él recibió la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino, glorificando a Dios.

    Toda la gente que lo vio esto empezó a alabar a Dios.

  • Presagiando Su Pasión Parte 8

    Presagiando Su Pasión

    Parte 8

    Jesús y Sus discípulos estaban subiendo a Jerusalén. Sus doce discípulos, conscientes de los peligros que aguardaban a Jesús, se asombraron de Él que regresara a Jerusalén.

    Jesús llevó aparte a Sus discípulos y empezó a decirles lo que iba a sucederle cuando llegara a Jerusalén.

    Les dijo que iba a ser entregado a los sumos sacerdotes y que le condenarían a muerte. Les dijo que los gentiles se burlarían, sería azotado y crucificado.

    Les dijo que, después de escupirle y azotarle, a Él lo matarían.

    Él les dijo que resucitaría al cabo de tres días.

    Les dijo que todo esto cumpliría todo lo que estaba escrito por los profetas.

    Ellos no comprendían nada de lo que Él les decía. Les estaba oculto.

    Después de esto, la madre de Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, vino y adoró a Jesús. Quería que Jesús hiciera algo por ella.

    Le preguntó Jesús,

    “¿Qué quieres que haga por ti?”

    Respondió ella,

    Ordena que mis dos hijos se sienten a tu derecha y a tu izquierda, en tu reino’.

    Respondió Jesús,

    “No sabéis lo que pedís. ¿Eres capaz de beber el cáliz que yo voy a beber? ¿O ser bautizada con el bautismo con el que yo voy a ser bautizado?”.

    Santiago y Juan dijeron,

    Somos capaces”.

    Jesús les dijo,

    “El cáliz que yo bebo lo beberéis vosotros algún día. Y algún día seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado.

    Pero sentarse a mi derecha y a mi izquierda, eso no me corresponde a mí determinarlo. Mi Padre ha hecho los preparativos para ello, y está fuera de mi alcance”.

    Y cuando los otros diez discípulos oyeron lo que Santiago y Juan les pedían, se indignaron y se enojaron con Santiago y Juan.

    Jesús los reunió y les dijo

    “Ya sabéis cómo os dominan los gentiles. Habéis visto cómo el mundo ejerce su autoridad. Pero no será así con aquellos que me pertenecen.

    El que quiera llegar a ser grande, permitidle que se haga vuestro servidor. Y el que quiera ser el primero, permitidle que se haga servidor de todos.

    El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate para muchos”.

  • El Peligro de la Riqueza – Parte 2 Parte 7b

    El Peligro de la Riqueza – Parte 2

    Parte 7b

    Entonces Pedro dijo,

    Lo hemos dejado todo para seguirte, ¿cuál es nuestra recompensa?

    Entonces Jesús le dijo,

    “Escuchad atentamente esta verdad: Cuando yo venga en mi gloria y me siente en mi trono, vosotros os sentaréis en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

    Todo el que haya dejado casas, hijos o tierras por mí y por el Evangelio, recibirá su recompensa en el mundo venidero.

    Muchos de los últimos serán primeros y los primeros serán últimos. Porque el Reino de los Cielos es semejante a un hombre que administra su casa y sale por la mañana temprano a contratar obreros.

    Y acepta pagar a estos jornaleros cincuenta dólares al día y los envía a sus viñedos a trabajar.

    Aquel mismo día, más tarde, él ve a unos hombres parados en el mercado sin nada que hacer. Y les dice: Id a mi viña y trabajad y os pagaré un salario justo.

    Después de esto, ya avanzado el día, fue y encontró a otros hombres que no tenían nada que hacer, y les dijo que fueran a su viña y trabajaran.

    Al final del día, él les pagó a todos los trabajadores la misma cantidad, cincuenta dólares.

    Pero los que habían estado trabajando todo el día se quejaron amargamente, diciendo,

    ”Estos hombres que sólo trabajaron una hora en la viña reciben el mismo salario que los que trabajamos todo el día bajo el sol ardiente’.

    El hombre respondió y dijo,

    ‘Amigo, no he hecho nada malo. ¿No te di lo que acordé pagarte? Toma lo que es tuyo, sigue tu camino y no te enfurezcas conmigo’.

    ‘Es mi voluntad dar hasta el último, igual que lo que te he dado a ti. ¿Vas a tener celos porque soy bueno?

    “Los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.

  • El Peligro de la Riqueza Parte 7a

    El Peligro de la Riqueza

    Parte 7a

    Mientras Jesús continuaba Su camino, un gobernante muy rico se acercó corriendo a Jesús, se arrodilló ante Él y le preguntó,

    Maestro bueno, ¿qué cosa buena puedo hacer para heredar la vida eterna?

    Jesús le dijo,

    “¿Por qué me llamáis bueno? No hay nadie bueno, salvo Dios.

    ¿Por qué utilizáis la palabra “bueno”?

    Si queréis entrar en la vida, guardad los mandamientos”.

    Preguntó el joven rico,

    ¿Qué mandamientos?

    Jesús le dijo,

    “Tú conoces los mandamientos,

    No cometas adulterio, No mates, No robes, No levantes falso testimonio, No defraudes, Honra a tu padre y a tu madre, Ama a tu prójimo como a ti mismo.”

    Respondió el hombre,

    Maestro, he guardado todos estos mandamientos desde que era niño, ¿qué me falta?

    Y Jesús, al oírlo, le miró y le amó, y le dijo,

    “Te falta una cosa: si quieres heredar la vida eterna, ve a vender todo lo que tienes y repártelo entre los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Y luego ven y sígueme”.

    Cuando el hombre oyó esto, se desanimó, se deprimió y se llenó de tristeza, pues era muy rico y tenía grandes posesiones.

    Jesús vio que su conducta cambiaba, miró a Sus discípulos y dijo,

    “Qué difícil es para un rico entrar en el reino de Dios”.

    Y los discípulos se asombraron de estas palabras.

    Jesús respondió de nuevo y dijo

    “¡Hijos, es muy difícil que entren en el reino de Dios aquellos que confían en las riquezas!

    Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios”.

    Los discípulos, asombrados, dijeron a Jesús,

    Entonces, ¿quién puede salvarse?

    Jesús los miró y dijo

    “Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios. Porque todo es posible para Dios. Lo que para el hombre es imposible, para Dios es posible”.

  • Jesús Bendice a los Niños Parte 6

    Jesús Bendice a los Niños

    Parte 6

    Las madres empezaron a llevar a sus hijos pequeños a Jesús para que les impusiera las manos y orara por ellos.

    Al ver esto, los doce discípulos les reprendieron y les dijeron que se detuvieran.

    Cuando Jesús vio que Sus discípulos intentaban impedir que los niños vinieran a Él, se indignó y llamó a Sus discípulos y les dijo,

    “No impidáis que los niños vengan a mí. ¿No comprendéis que el Reino de los Cielos está formado por los que son como niños?

    Escuchad atentamente esta verdad: el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará jamás en el Reino”.

    Entonces Jesús tomó a los niños en brazos, les impuso las manos y los bendijo.

    Jesús entonces reanudó Su camino.

  • Jesús Enseña Sobre el Divorcio Parte 5

    Jesús Enseña Sobre el Divorcio

    Parte 5

    Cuando Jesús hubo terminado esta enseñanza, se marchó de Galilea. Él llegó a las fronteras de Judea y más allá del río Jordán.

    Y las multitudes se reunían en torno a Él, y Él les enseñaba y les sanaba.

    Unos fariseos se acercaron a Jesús y le preguntaron si era lícito que un hombre se divorciara de su mujer por cualquier motivo.

    Le estaban poniendo a prueba para intentar encontrar fallas en su respuesta.

    Jesús les respondió, preguntándoles,

    “¿Qué te ordenó Moisés?”

    Ellos respondieron,

    Moisés exigió que escribiera un certificado de divorcio y la despidiera’.

    Respondió Jesús,

    “¿No habéis leído que Dios los hizo varón y hembra desde el principio?

    Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán uno. Ya no son dos, sino una sola carne.

    Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

    Respondieron a Jesús,

    ‘Entonces, ¿por qué nos ordenó Moisés que le diéramos un certificado de divorcio y la despidiéramos?

    Respondió Jesús,

    “Moisés, a causa de la dureza de vuestros corazones, os escribió este mandamiento y toleró que repudiarais a vuestras mujeres.

    Pero esa no es la manera como se supone que sea. Desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y hembra”.

    Aquel mismo día, los discípulos de Jesús se acercaron a Él y le pidieron que les explicara la cuestión del matrimonio y el divorcio.

    Jesús les dijo,

    “Quien repudia a su mujer, salvo por inmoralidad sexual, y se casa con otra mujer, comete adulterio contra ella”.

    Sus discípulos le dijeron,

    “Si es así, ¿entonces no es buena idea casarse?”

    Jesús les dijo,

    “Voy a deciros algo que no es para todos, sino sólo para quienes puedan recibirlo.

    Hay eunucos que nacieron así, y los que han sido convertidos en eunucos por la violencia de los hombres.

    Pero también hay eunucos que se han hecho a sí mismos eunucos por causa del reino de los cielos. El que pueda recibirlo, que lo reciba”.

  • Parábola del Fariseo y el Publicano Parte 4

    Parábola del Fariseo y el Publicano

    Parte 4

    Entonces, Jesús dijo una parábola para aquellos que confiaban en sí mismos y estaban impresionados por su propia justicia.

    Jesús les dijo,

    “Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos.

    El fariseo estaba de pie y oraba, teniéndose a sí mismo como objeto de sus propias oraciones,

    ‘Dios, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres, estafadores, injustos, adúlteros, ni siquiera recaudadores de impuestos. Ayuno dos veces por semana. Doy mis diezmos fielmente’.

    El recaudador de impuestos, que estaba lejos del templo, ni siquiera levantó los ojos al cielo, sino que se golpeó el pecho y dijo,

    Dios, sé misericordioso hacia mí, un pecador”.

    Te digo que el recaudador de impuestos se fue a casa justificado. El fariseo no.

    Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

  • Parábola de la Viuda Inoportuna Parte 3

    Parábola de la Viuda Inoportuna

    Parte 3

    Entonces, Jesús les contó una parábola a los doce discípulos para animarles a orar y a no cansarse,

    “Había en una ciudad un juez que no temía ni a Dios ni a los hombres.

    Y había una viuda que intentaba llegar a un acuerdo con alguien que le había robado. La viuda se la pasaba acudiendo al juez y pidiendo justicia”.

    Finalmente, el juez se dijo a sí mismo,

    “‘Aunque no tema a Dios ni tenga consideración alguna por los hombres, seguiré haciéndole justicia a ella porque, si no lo hago, ella seguirá molestándome con sus súplicas persistentes’.

    Si un juez injusto dicta un veredicto justo, ¿cuánto más vengará Dios a sus elegidos, que le hacen súplicas de día y de noche?

    Pero recuerda que Dios es paciente y a veces parece que retrasa su justicia. Eso es porque Dios es misericordioso, incluso con sus enemigos.

    Pero cuando llegue el día en que se acabe la oportunidad de arrepentirse, entonces la justicia vendrá de repente y se acabará la oportunidad de la misericordia.

    Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿Él encontrará fe en la tierra?”.

  • Diez Leprosos Parte 2

    Diez Leprosos

    Parte 2

    Más tarde, Jesús decidió volver a Jerusalén. Cuando pasaba por las fronteras de Samaría y Galilea, entró en una aldea donde le salieron al encuentro diez leprosos.

    Los leprosos se mantuvieron a distancia de Jesús, pero le gritaron a gran voz diciendo,

    “Jesús, ten piedad de nosotros”.

    Jesús les dijo que fueran y se presentaran a los sacerdotes.

    Y todos quedaron limpios.

    Uno de los diez leprosos, al verse curado, volvió a Jesús y, postrándose sobre el rostro ante Él, le dio gracias y glorificó a Dios.

    Era un samaritano.

    Le preguntó Jesús,

    “¿No limpié a diez de vosotros?

    ¿Dónde están los otros nueve?

    ¿Por qué no volvieron para dar gloria a Dios?

    Vete, tu fe te ha curado”.

    Algún tiempo después, los fariseos se acercaron a Jesús y le preguntaron cuándo iba a venir el reino de Dios para que los hombres pudieran verlo, por lo que Él había estado prometiendo que estaba cerca.

    Respondió Jesús,

    “El Reino de Dios no va a venir de la forma en que vosotros esperáis que venga. Nadie vendrá a vosotros y os dirá,

    ‘Mirad, allí está el reino de Dios o venid conmigo y vamos a ver el reino de Dios’.

    “El Reino de Dios está dentro de vosotros”.

    Luego dijo a sus doce discípulos,

    “No pasará mucho tiempo antes de que deseéis ver al Hijo del hombre, pero no le veréis. Ellos os dirán a vosotros,

    ‘Venid a verle aquí o venid a verle allí’.

    Pero no les creáis ni les sigáis.

    Cuando relampaguea, ilumina todo el cielo, y todo el mundo lo ve. Así será cuando el Hijo del hombre venga en gloria.

    Primero, debo sufrir muchas cosas y ser rechazado por esta generación. Y como en los días de Noé, ellos comieron y bebieron y se casaron hasta el día en que Noé entró en el arca. Y entonces, llegó el diluvio y los destruyó a todos.

    Y como en los días de Lot, ellos comieron y bebieron y compraron y vendieron. Ellos plantaron y construyeron. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los destruyó a todos.

    Así será justo antes de que se manifieste el Hijo del Hombre.

    En ese día que se acerca, no habrá tiempo para recoger todas tus posesiones ni para terminar el trabajo que estás haciendo.

    Recordad a la mujer de Lot.

    Quien busque ganar su vida la perderá, pero quien pierda su vida la conservará.

    Os digo que en esa noche uno será llevado y otro dejado.

    Dos hombres estarán durmiendo y se llevarán a uno y dejarán a otro.Dos mujeres estarán cocinando una comida y se llevarán a una y dejarán a otra”.

  • El Decreto de Sanedrín Parte 1

    El Decreto de Sanedrín

    Parte 1

    Los sumos sacerdotes y los fariseos reunieron un consejo. Ellos preguntaron,

    “¿Qué debemos hacer? Este hombre hace muchos signos y milagros y, si le dejamos continuar, todo el mundo creerá en él. Entonces, vendrán los romanos y nos quitarán nuestros puestos de autoridad y nuestra nación”.

    Pero el sumo sacerdote, Caifás, les dijo,

    “¿Es que no sabes nada? ¿No crees que es mejor que muera un solo hombre a que perezca toda la nación?”

    Caifás no se dio cuenta, pero no lo decía por sí mismo. Como él era el sumo sacerdote aquel año, en realidad estaba profetizando que Jesús iba a morir por la nación de Israel.

    A partir de aquel día, los sumos sacerdotes y los fariseos empezaron a confabular cómo podrían dar muerte a Jesús.

    Jesús, sabiendo esto, no caminaba abiertamente entre los judíos. Se fue a una ciudad llamada Efraín, cerca del desierto. Y allí Él se quedó con Sus discípulos.