Entonces, Jesús habló a todos Sus discípulos y a las multitudes, Él habló para que todos pudieran oír lo que Él tenía que decir.
Jesús les dijo,
“Guardaos de los escribas y de los fariseos. Cuando ellos hablen de Moisés, haced lo que ellos digan, pero no lo que ellos hagan.
Ellos acarrean cargas demasiado pesadas para ser cargadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, en tanto ellos no mueven un dedo para mantener los mismos mandamientos que los demás.
Ellos hacen sus obras para ser vistos por los hombres. A ellos les gusta ser vistos cumpliendo la ley y llaman la atención siempre que hacen una buena obra.
A ellos les encanta ponerse la ropa de los dirigentes y de los reyes, y les encanta sentarse en las sillas de honor en todos los eventos. Les encantan los saludos que reciben en el mercado, y les encanta ser llamados Amo.
Ellos toman ventaja de las viudas y se inventan maneras para sacar provecho de los deberes que tienen. Ellos hacen pretensiones de las oraciones largas.
Éstos recibirán una condena más larga.
De manera que, no deseéis ser llamados Maestro, porque solamente uno es vuestro maestro.
No llaméis a ningún hombre vuestro padre, a excepción de vuestro padre terrestre y de vuestro Padre que está en los cielos. No permitáis que ellos os llamen Maestro, porque solamente uno es vuestro maestro. Ése es Cristo.
Aquel que sea el más grande entre vosotros, permitidle que sea el siervo de todos vosotros. Todo aquel que se exalta a sí mismo, será humillado y todo aquel que se humille a sí mismo será exaltado.
Ay de vosotros, escribas y fariseos. Vosotros cerrasteis a los demás las puertas del reino, y ni siquiera intentéis entrar al reino vosotros mismos.
Ay de vosotros, escribas y fariseos. ¡Sois unos hipócritas! Porque vais navegando por el mundo para hacer un solo converso, y cuando hacéis un converso, lo convertís en el doble del hijo del infierno que vosotros mismos sois.
Vosotros sois los ciegos guiando a los ciegos”.
