Mientras Jesús seguía enseñando a las multitudes, su madre y sus hermanos se quedaron fuera de la casa donde estaba Jesús, queriendo hablar con Él.
Como la muchedumbre era demasiado densa para entrar en la casa, hicieron correr la voz a través de la multitud de que le estaban llamando.
Había un gran número de personas sentadas alrededor de Jesús y, mientras se corría la voz, alguien dijo a Jesús,
“Mira, tu madre y tus hermanos te están buscando, están fuera del edificio esperando verte y quieren hablar contigo”.
Respondió Jesús y dijo al que había hablado,
“¿Quién es mi madre? ¿Y quiénes son mis hermanos? Mi madre y mis hermanos son los que oyen las palabras de Dios y las cumplen. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.