Jesús les dijo,
“No juzguéis para que no seáis juzgados. Los juicios que hagáis serán los mismos juicios por los que seréis juzgados.
Cualquier juicio que emitáis será el mismo juicio que recibiréis. No condenéis a los demás y no seréis condenado. Sed misericordiosos y recibiréis misericordia.
Dad y se os dará, todo lo que necesitéis, apretado, sacudido, rebosando. Porque cualquier vaso de medir que uséis para dar a los demás, el mismo vaso de medir se usará para daros a vosotros”.
Jesús les contó entonces una parábola a Sus discípulos,
“Les preguntó: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo? El discípulo no es más grande que su maestro.
¿Y por qué miráis la pequeña astilla de sserrín que hay en el ojo de vuestro hermano y no consideráis la enorme viga de madera que hay en vuestro propio ojo?
¿Cómo podéis ayudar a sacar la astilla del ojo de vuestro hermano si tenéis una viga en vuestro propio ojo? Hipócritas, quitaros la viga de vuestro propio ojo para que podáis ver con claridad y sacar la astilla del ojo de vuestro hermano.No deis las cosas santas a los perros viciosos, ni tiréis vuestras perlas delante de los jabalíes, porque las pisotearán y luego se volverán contra vosotros para haceros daño.”