Bienaventuranzas

Después de esto, Jesús subió de nuevo a la montaña y encontró un lugar donde sentarse. Sus discípulos acudieron a Él. Jesús levantó Sus ojos, los miró y empezó a enseñarles. Esto es lo que Él enseñó.

Jesús le dijo,

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los modestos, porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán la misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os excluyan de su compañía, y os maltraten, y tachen vuestro nombre de malo, y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros falsamente, por mi causa.

Alegraos en aquel día, regocijaros y saltad de gozo, porque vuestra recompensa es grande en los cielos; pues así trataron y persiguieron sus padres a los profetas que os precedieron.

Pero ¡ay de vosotros, que sois ricos!, porque ya habéis recibido vuestro consuelo. Ay de vosotros que ahora estáis saciados, porque tendréis hambre. Ay de vosotros, los que ahora reís, porque os lamentaréis y lloraréis.

Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros, porque así trataron a los falsos profetas”.