Jesús y los cuatro pescadores, Pedro, Andrés, Santiago y Juan, a quienes había llamado, llegaron con Jesús a Cafarnaún.
Aquel sabbatt, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. La gente estaba asombrada de esta enseñanza, pues Él les enseñaba con autoridad, no como enseñaban los escribas.
Mientras Jesús enseñaba, entró en la sinagoga un hombre con un espíritu perverso e impuro, y gritó a gran voz,
“¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno, has venido a destruirnos? Yo sé quién eres; tú eres el Santo de Dios”.
Jesús reprendió al espíritu inmundo y le dijo que no dijera nada más.
Jesús ordenó entonces al demonio que saliera del hombre. El demonio arrojó al suelo al hombre que poseía y le provocó convulsiones y gritos de angustia a gran voz.
Entonces, el demonio se marchó como Jesús se lo había ordenado, dejando al hombre ileso.
Todo el mundo estaba asombrado. Ellos empezaron a hacerse preguntas,
Preguntaron algunos,
“¿Quién es?”
“¿Qué es esta nueva enseñanza?”
Otros se dieron cuenta del poder y la autoridad de Jesús y se decían unos a otros,
“¡Él comanda incluso a los espíritus inmundos que salieran del hombre y le obedecieron!”.
La noticia de éste y otros milagros se esparció inmediatamente por toda la región, al igual que muchos rumores relativos a Jesús.
En toda la región de Galilea y en las zonas periféricas, todo el mundo hablaba de Jesús.