José, que había sido advertido en sun sueño de que abandonara Belén, se levantó rápidamente y se llevó aquella noche al niño y a su madre a Egipto. Permanecieron en Egipto hasta la muerte de Herodes el Grande.
Esto sucedió para que se cumpliera la palabra pronunciada por el Señor a través de sus profetas, diciendo,
“Llamé a mi hijo fuera de Egipto”.
Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos se habían burlado de él, montó en cólera y envió a sus soldados a matar a todos los niños varones de Belén y de los alrededores que tuvieran dos años o menos.
El malvado acto de Herodes el Grande cumplió la profecía que fue pronunciada a través de Jeremías, quien dijo,
“Se oyó una voz en Ramá. Llantos y grandes lamentos, Raquel llorando por sus hijos. Y no sería consolada porque ellos ya no están”.